Hoy probé de tu copa,
las cuidadosas texturas se abrieron al relato universal,
las reconfortantes palabras se unieron a la mirada que todo lo abarca,
y tus realentados ojos dieron luz a una caricia, a sus texturas.
Recuerdo los dedos danzantes,
la piel conjugándose en tanto incompleta,
y el deseo mítico de llamarte por tu nombre.
He aquí la vida, he aquí mi ser.
En el banquete de todo aquello que no iba a ser dicho,
entre los manjares del segundo que no quiere ser olvidado, y que no lo será,
en el mismo centro del rítmico latir acompasado,
junto al sueño de admirarte al reconocer tu pasar.
Dame un instante,
toma tu copa fructosa y pruébala como si fuera el último acto.
Despídete de ella con un roce y una frase
y dale la oportunidad de volverse copa, de poder llenarse.
El roce es roce, la vida es vida,
Y la piel fue hecha para ser atraída.
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