lunes, 23 de febrero de 2015

Una oveja mal pintada

Hoy vi una película. Es difícil decir por qué me golpeó tanto. Se podría decir, de manera sutil, que me explotó en la cara. No se si viene al caso el título de la misma (El código Enigma), porque no necesariamente tiene que ver con su argumento, es que a veces las personas que menos esperamos son las únicas de las que se puede esperar lo inesperado...

Me da asco la violencia,
le daría un golpe en la cabeza con un bate de beisbol si pudiera.

Me remito a dar cuenta de lo que hablo conmigo mientras descanso del descanso,
contando las imperfecciones del camino de dos en dos para ser exacto.
Reúno los tiempos y sus nobles presencias,
mientras canto en el nombre del cielo aquello que aun no comienza.

El cielo.
Si, ese que he visto recreado en la pantalla grande,
una y mil veces.
o quizás más que eso,

Ese mismo del que caen las bombas todos los años
en las batallas de 35 mm
destruyendo el camino a la escuela,
al teatro
en algún momento entre el 39 y el 45.

Habiendo olvidado el origen decidí mirar hacia adelante
pocas veces estuve tan claramente equivocado
ni tan certero.
Es que al alma, aunque uno le grite, no la manda.
Aunque al director se le haya olvidad filmarla.

Estimada versión interna de mi alma, dame un pincel,
dame un lienzo y una oveja
dame el horizonte y sus fronteras renovables,
para que nunca sean mías,
para que en el intento de la captura las deguste
para que entre mis poros se filtren como aquel rocío que no pude captar en las fotos,
pues hay cosas que no deben ser captadas,
hay vidas que solo vividas se entregan por completo,
y rezan al comienzo de los tiempos antes de arrodillarse a agradecer.

Querida oveja mal pintada,
cuéntale al mundo que este soy yo,
con mis verdades y las no tanto.
Procura hacer un mejor trabajo del que hice contigo,
pues hay almas que no pueden ser captadas.

Cuéntame pues, tu alma, de que estoy hecho,
enséñame a callar y no decir nada,
a mirar y no decir nada,
a clavar los deseos en las nubes y más arriba de las nubes.
A ser capaz de pintar ovejas
y otras almas.

Dile al director que no grite corten antes de haber llegado al final de la toma.


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